El Partido Comunista del Ecuador ante el fraudulento balotaje por la presidencia de la república
- Partido Comunista del Ecuador
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El pueblo ecuatoriano, con una firme conciencia ética y popular, asistió al balotaje electoral como expresión de una voluntad política acumulada en la lucha social. Esto quedó desmotrado en la primera vuelta donde se evidenció la hegemonía popular representada por Luisa Gonzales frente al bloque conservador burgués.
La segunda vuelta profundizó ese proceso mediante la confluencia histórica con las organizaciones campesinas e indígenas, como la Confederación de Pueblos Organizaciones Indígenas Campesinas Ecuador (FEI), y la articulación con Pachakutik y la CONAIE, bajo el liderazgo combativo del compañero Leónidas Iza. Estas estructuras, frutos de la resistencia anticolonial y la lucha por la tierra, movilizaron fuerzas determinantes pese a la manipulación estadística de las encuestadoras, instrumentos mercenarios al servicio de la dominación simbólica.
Tras los primeros resultados, el bloque en el poder, encabezado por Noboa y operado bajo la tutela de la CIA, activó su aparato de guerra ideológica. Recurrió a una ofensiva mediática cuyo objetivo no fue solo la desacreditación de Luisa Gonzales, sino el mantenimiento del cerco judicial, político y mediático contra Correa. Esta campaña responde a la lógica imperial que criminaliza cualquier proyecto emancipador, como se refleja en el sistemático hostigamiento contra Cuba, Venezuela y Nicaragua.
El régimen de Noboa, expresión de una fracción oligárquica subordinada al capital transnacional, instrumentalizó a las Fuerzas Armadas y la Policía bajo el pretexto de enfrentar al crimen organizado. En realidad, se trató de una estrategia contrainsurgente que reconfiguró el escenario electoral en favor del candidato del capital, mientras criminalizaba a militantes y simpatizantes de la Revolución Ciudadana. El asalto a la sede diplomática de México, acción abiertamente violatoria del derecho internacional, reveló el carácter autoritario del Estado burgués en crisis.
La ruptura del orden constitucional mediante la negación de derechos a la vicepresidenta electa, así como la negativa a solicitar licencia electoral, son síntomas de la degradación institucional promovida por el capital financiero. La importación de un mercenario como Erik Prince, con trayectoria en operaciones de exterminio imperial, contratado personalmente por Noboa, es muestra de la militarización de la política al servicio de la oligarquía ecuatoriana.
En abierta traición al pensamiento liberacionista de Monseñor Leónidas Proaño, ciertos sectores religiosos, alineados con intereses reaccionarios, promovieron un discurso de legitimación del orden opresor. Ellos, en connivencia con el Estado, silencian crímenes estructurales como el aún impune caso de los cuatro niños de Las Malvinas, donde la violencia estatal y la descomposición social se cruzan.
En el debate electoral, los temas centrales del conflicto de clases —como la soberanía nacional, los derechos sociales, la situación del trabajo asalariado y campesino, la tercerización, la reforma agraria, el desmantelamiento del Seguro Social— fueron sistemáticamente invisibilizados por una propaganda burguesa orientada a moldear la conciencia popular hacia el miedo, la alienación y la despolitización. El proceso electoral fue diseñado como una operación ideológica para vaciar el sentido de la democracia participativa.
El imperialismo estadounidense, las fracciones dominantes del capital local y los aparatos mediáticos, estructuraron una ofensiva integral que montó un fraude electoral, y dejó abierta la posibilidad de un golpe de Estado encubierto. La campaña del presidente-candidato Noboa adquirió rasgos protofascistas al justificar mecanismos de represión con decretos que otorgan impunidad a los cuerpos represivos del Estado.
Hoy, el proletariado y los sectores populares enfrentan una restauración conservadora cuya lógica se sostiene en la compra de conciencias en la Asamblea Nacional, con el fin de reinstalar un régimen reaccionario. Ya se perfilan decretos que apuntan contra los derechos democráticos conquistados por el pueblo en décadas de lucha. Frente a este escenario, nuestra respuesta es clara: resistencia organizada y lucha permanente por la dignidad del pueblo trabajador.
La UNIDAD de las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias; la rearticulación de las organizaciones obreras, campesinas e indígenas; y la defensa del territorio frente al militarismo extranjero constituyen las tareas inmediatas del momento histórico. Decimos no al entreguismo, no a la recolonización económica, no a una Asamblea Constituyente que pretenda desmantelar la actual Constitución y los derechos conquistados con sangre y conciencia por el pueblo ecuatoriano.
COMITÉ CENTRAL
PARTIDO COMUNISTA DEL ECUADOR
Guayaquil, 17 de abril de 2025
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